Tal vez han pensado, al menos yo, el porqué ilustrar el tan afamado día de brujas. Además que desde niño es algo muy feliz que te regalen dulces solo porque sí en la escuela, en la calle, tus tías, tus abuelos, tu mamá, el indigente de la esquina, es una fecha que a pesar que no sea de nosotros vaya que es divertida de celebrar y trae buenos recuerdos. El origen del Halloween (se llama así por su abreviatura "All Hallows Even", o mejor dicho, "All Hallows Evening) tiene lugar en las tribus celtas de hace miles de años y no como la mayoría de la gente puede pensar, que viene de los gringos. Los druidas eran unos monjes que hacían rituales a sus dioses paganos, de los cuales Samán era el dios de los muertos. Su ritual trataba de invocarlo para predecir lo que pasaria el año siguiente. A este ritual se le añadieron un buen de costumbres, entre ellas crear fogatas, comer muchas frutas y regalarlas, y
hacer calabazas con caras y velas en su interior. Con el paso de los años la fecha fue adquiriendo un carácter siniestro (aunque desde el inicio era para invocar chamucos y criaturas horribles) y fue tomando un carácter público donde todos creían en los fantasmas, duendes y monstruos. Las calabazas, como símbolo casi principal de esta celebración servían para alejar a los espíritus malignos de las casas. Los disfraces y las máscaras que utilizaban tenían una función similar, la cual era que las personas pudieran ser indiferentes a los espíritus y así poder estar entre ellos.
La tradición se regó por toda Europa, y su inserción en el cerebro de los niños de todo América se adjudica por lo general a los inmigrantes irlandeses en Estados Unidos.
Toda la tradición desde su origen tiene un fondo muy interesante y es bueno saberlo para no tener la cabeza cerrada a que es una celebración de chocolates, disfraces malos y 5,000 anuncios publicitarios por día en tu cabeza. Por lo pronto ire preparandome para los snickers, los m&ms y compraré mi disfraz de manzana.
